Planteamos la necesidad de hacer pública y masiva la experiencia, interpretamos para ello entonces que no existe una decisión más soberanamente pública que realizar un piso, un nuevo camino, una senda hacia un lugar donde hasta entonces no había huella. En definitiva una infraestructura que acerque masivamente la experiencia a todos.
Un gran piso público y una gran cubierta privada, o simplemente un plano en el paisaje, una inmensa manta que se extiende y propone un paseo de encuentros entre el arriba y el abajo. El programa privado discurre por debajo de la manta sosteniendo por encima el programa público que se constituye en el gran parque marítimo de la ciudad. La arquitectura como herramienta social.
Decidimos entonces concentrar todo el programa en una sola planta y en la variación alternada de la gran cubierta generar las diferentes calidades espaciales.
Establecemos un doble esquema circulatorio, uno a nivel del suelo y otro a nivel de la manta, entre ambos contienen todo el desarrollo del edificio y se integran a través de los patios que funcionan como los grandes atrios que anteceden al programa
